Una mirada inocente y una mano extendida es la técnica de Pancho para hacer nuevos amigos. Ayudado con su larga cola y extremidades camina por el suelo, sube a los techos de paja y a los árboles. La gente lo mira con recelo pues es un mono araña de gran tamaño, pero él estira su mano y si alguien le devuelve el gesto, en unos segundos estará abrazado, con la cola y patas alrededor de la cintura y los brazos alrededor del cuello.
¿Cuándo se va? Bueno, es algo que solo él decide. El amistoso Pancho además es un buen anfitrión pues apenas toma un poco más de confianza toma la mano a su invitado y lo lleva a conocer un poco de su vivienda, el descanso Iwia.
Su relación con los otros monos de la reserva es un tanto distan, el prefiere a los humanos y sus mimos. No se acerca pidiendo comida, él solo reclama un poco de atención.
fotografía de Rodolfo Zazig
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